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Extracto:
El ayuntamiento reunió a los comerciantes del casco de la ciudad para informarles sobre lo útil que era el impuesto de los pilones, quería el ayuntamiento que dicho impuesto se quedara como pensión perpetua. Teniendo el ayuntamiento a la vista el padrón de esta ciudad, que contiene 1677 familias, se preguntó a los ciudadanos comerciantes que: si no resultaba fácil que cada una de estas familias dejara un pilón diario, que era lo mismo que preguntarles que: si cada familia podía gastar un medio real diario. Y contestándole el prefecto que: no había dificultad en creerlo así, tomó la voz el mismo señor prefecto y descontó 177 familias del número total de las familias asentadas en el padrón. También el prefecto hizo que el secretario convirtiera en pesos la cantidad de mil quinientos pilones, que importaron 5 pesos, 4 reales y 4 maravedíes. Convenidos los ciudadanos comerciantes con los ofrecimientos del señor prefecto, quedaron entendidos en colectar dichos pilones, por lo que su señoría les expuso que: para la reunión de 250 pesos mensuales, nombraran los del comercio una comisión de dos, tres o seis personas de su seno y tres de la Corporación Municipal, para que unidos ambos, se encargaran de calcular metódicamente, con arreglo a las ventas de cada uno de los dueños de tiendas de pulperías y demás, a quienes perteneciera hacer dicha recolección, lo que debieran entregar. Fueron nombrados, por el comercio: los ciudadanos Ignacio Olascoaga, José María Estrada y Francisco Estévez, quienes se acompañarían con el señor regidor, Don Joaquín Millán y los señores síndicos, quedando obligados a rendir su comisión. [Pero también se mencionó en el acta que: el comercio se hallaba en decadencia].
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