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Extracto:
El señor Suárez dijo que: conferenció con varios capitulares sobre lo nocivo que es que en esta ciudad se dé el toque de agonías y que estando convencidos de ello pedían que se le oficiase al Reverendo Padre Cura que se suspendiesen en lo sucesivo semejantes toques. El señor Andonegui dijo que: el toque de agonías para aquellas personas que se hallaban sumamente enfermas era sumamente perjudicial. Que esto no es otra cosa que una sangría que están haciendo los campaneros, sin que de ello participe el convento cosa alguna y que se ha observado que cuando algún ayuntamiento concluye, para mofarse de él le mandan tocar agonías. El presidente dijo que: el campanero, a cambio de vasos de aguardiente, se ha ofrecido a tocar cuantas agonías le pidan. El señor Arizcorreta dijo que: es perjudicial a las buenas costumbres y a la salud, pues que aunque su objeto fue sano en sus principios, es decir, el de que las almas tuvieran buena acogida en la presencia de Dios, esto se ha mirado con frialdad. Que los facultativos se han quejado de que los enfermos, al oír semejantes toques, se han agravado, suponiéndose verse por minutos en la eternidad. Arizcorreta siguió diciendo que: por otra parte, se ha estado abusando del toque de agonías para desahogar pasiones innobles, cuando algunas se las autoridades se separan de sus destinos y que no es así al toque de la queda, que está recomendada por varias reales ordenes, porque esto recuerda la quietud. Que la autoridades comienza a hacer sus pesquisa.
Acuerdo: que se oficie al Reverendo Padre Guardián que desde el momento se suspenda en lo sucesivo el toque de agonía.
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