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Extracto:
El prefecto reclamaba los individuos que faltaban de entero para el completo de cupo de hombres al Batallón activo, el ayuntamiento le contestó que había dificultades insuperables para hacer el sorteo, pues que agotado el padrón para los sorteos y el considerable número de hombres supernumerario no se podía fijar por él sin equivocaciones las alistas. Que los indígenas de los pueblos se casan a la edad de doce a trece años, a lo que se agregaba el número de muertos que han tenido los pueblos, como el de los solteros que ya son casados. El señor González expuso que: no estaba por los sorteos, respecto a que se tenía experiencia que con el anuncio se les prevenía a los solteros su escape, que quedaban comprendidos en él los hombres de bien que hacían falta con sus brazos a la agricultura y que igualmente lo resentía el comercio, que los señores regidores podían sacar infinitos ociosos que son demarcados por sus vicios de las concurrencias en las tabernas por la noche. El señor Arriaga no estuvo de acuerdo. Se acordó que: todos estos vagos los presentarían a los señores alcaldes para que los pasasen a la Junta de Calificación.
El presidente expuso que: apenas podían quedar por la junta como sucedió últimamente que de cuatro solo uno se remitió a la prefectura y aun a éstos se le excluyó del servicio y para esto podría estrecharse a los pueblos a que entregasen cierto número de hombres para salir del apuro.
Fuentes: que se podía dar encargo a los auxiliares que en sus respectivos cuarteles conocían a infinitos vagos y mal entretenidos y que cuando menos ellos podían dar razón de esta clase de gente que es propia para el servicio de las armas sin que hagan falta a sus familias.
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