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Extracto:
El presidente pidió a la comisión encargada de la obra de la cañería que: diera un informe del estado de los trabajos. El señor Olascoaga contestó que: desgraciadamente parte de los materiales y lo que se había avanzado, se perdió a causa de una tormenta de agua y granizo que cayó, formando una avenida que derrumbó todo lo adelantado. Este quebranto se debió, según se dice, a que el finado José Guadalupe Delgado, desbarató un retranque que, desde el tiempo del gobierno español, se había elaborado en la desembocadura de la Calle del Beaterio, para contener la fuerza de las avenidas de agua, conduciéndolas por una zanja a un costado del mismo Beaterio. Es imposible continuar la obra mientras no se vuelva a construir el embordado de la represa, porque si no se volverá a destruir el avance y se estaría trabajando inútilmente. El señor Murguía apoyó al señor Olascoaga, en lo referente a no continuar la obra mientras no se haga el embordado y dijo que: si fue Guadalupe Delgado quien lo quitó, se debe recurrir a su testamentaría, para que lo reedifique de su cuenta, con la misma solidez y firmeza que tenía antes, o bien, pague su nueva construcción, ya que se debe ver si lo destruyó como obra pública de utilidad, pero, de haberlo hecho, faltó la aprobación del ayuntamiento. El síndico estuvo de acuerdo con Murguía y encargó al señor Olascoaga que: como vecino del Beaterio, indagase sobre el asunto, y se hiciera uso del material del Beaterio, bien como reintegro o a cuenta de lo que aprovechó Delgado, quien fue responsable de los perjuicios y menoscabos causados, pues no tenía derecho a destruir una obra pública. El señor Olascoaga se dio por enterado y dijo que: existe noticia de que se reconvino al señor Delgado el año pasado por su falta (destruir el retranque) y se le obligó a reponer lo destruido. El señor Azoñoz dijo que: si esta noticia se encuentra registrada documentalmente, se debía informar, además, se tendría que obligar al padre Teja a pagar toda la obra y obligar a los presos a acarrear del Calvario las piedras más grandes, de no ser suficientes las que hay en el Beaterio. El síndico primero estuvo de acuerdo en lo anterior con el señor Azoñoz.
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