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Extracto:
Guadalupe Inclán, admitiendo el nombramiento que en su persona se hizo para custodio de pobres y otra del señor Juez Eclesiástico por la que acompaña la lista de los sacerdotes residente en esta ciudad y aptos para prestar los servicios propios de su ministerio en la próxima epidemia de cólera. El Sr. Barrera dice que: los justos y fundados temores que ya existían de la invasión del cólera y su aproximación a esta municipalidad, debían obligar al cuerpo municipal a poner en ejecución las diversas providencias que tenía acordadas, ya para impedir o aminorar los estragos de aquella epidemia y ya para reunir los recursos que en caso necesario deberían emplearse en bien de la humanidad doliente por cuyo motivo parecía conducente que los custodios de pobres comenzasen al desempeño de sus primeros deberes, excitándose para ello por el ayuntamiento. El Señor Arnaldo dice que: según el Reglamento del Estado los ayuntamientos no eran más que meros ejecutores de las providencias, acuerdos y disposiciones del Consejo Superior de Salubridad, de la Junta de Partido y de la Junta de Caridad, de quienes debían emanar aquellas y todas las demás que no perteneciendo a la policía común u ordinaria debieran ponerse hoy en ejecución como extraordinarias y consiguientes a las tristes circunstancias actuales. Discusión larga sobre el particular de los alimentos, frutas y otra clase de efectos cuyo uso debe prohibirse y medidas extraordinarias respecto a policía de salubridad, y discusión de sobre si ya deben ponerse en ejecución las medidas acordadas. El síndico segundo señaló que ya debían ponerse en práctica dichas medidas.
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