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Extracto:
El señor Martínez de Castro dijo que: celando con la frecuencia que acostumbra el paseo de la Alameda, notó en el día de ayer algunos destrozos que en los árboles y flores causaban los soldados americanos. Justamente irritado le reconvino, se quejó después con un oficial de ellos y entrando casualmente entonces su mismo comandante, se dirigió a él y exponiéndole su queja, por medio de intérprete, le ofreció éste y entregó después una orden (la que presenta) en que prohíbe a dichos soldados el abuso que constantemente hacen de aquel lugar de recreo. El señor Martínez de Castro pidió a continuación que: el cabildo declararía que dicha orden se fije en una tablilla y ponga a la entrada de la Alameda, que a su lado se ponga otra con igual prohibición para los mexicanos, y que faculte al que habla para imponer un peso de multa a los infractores y, además, para hacer algunos gastos cortos y urgentes en el referido paseo. El presidente dijo que: todo estaba en las facultades de la misma comisión. Podía fijar las órdenes de que se trata: estaba autorizada para imponer multas, siempre se ha pasado por los gastos cortos que sobre su objeto hacen las comisiones y con más razón en el caso, contando la alameda con dieciocho pesos, en que se remataron sus majadas, que según recuerda, están consignados a sus propios gastos; sin embargo, quiso que todo lo acordara el ayuntamiento.
Fue acordado.
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