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Extracto:
Segunda lectura al dictamen de la comisión sobre la solicitud de Rafael Solalinde, relativa a que se le concedan tres pajas de agua para uso de su casa número dos de la calle de Matamoros. Dicho dictamen se puso a discusión, Martínez de Castro dijo que: estaba por las proposiciones que en él se contienen y, además, que se le agregase otra que en substancia obligaría al solicitante a la colocación de una llave económica en la fuente que debería construir, consultando en ella la economía del agua, en el uso puramente necesario de ella, sin lugar a desperdicio alguno, providencia que daría los mejores resultados, adoptándose en todas las fuentes así particulares como públicas. El señor Barbabosa dijo que: pulsaba algunos inconvenientes en la providencia discurrida por el señor Martínez de Castro, porque las llaves económicas en las fuentes públicas demandaban gastos difíciles de cubrir por los fondos municipales, cuya escasez consta a los capitulares , además de que el recipiente de dichas fuentes es tan escaso, que la economía la tiene en si mismo al grado de que los vecinos se aprovechan con dificultad del agua necesaria a su servicio. Con respecto a las fuentes particulares, se tropezara acaso con la resistencia de los dueños, en la legitimidad de su posesión, y el uso constante de cantidad indeterminada de aguas sin la economía de la llave ni los gastos que demanda su construcción. Martínez de Castro dijo que: por lo que respecta a las fuentes públicas, ya se arreglaría eso cuando se tratara del arreglo de aguas, pero con las particulares bien puede hacerse en lo sucesivo lo que ahora indica respecto del señor Solalinde y en su caso igual exigencia puede hacerse con los que disfruten agua cualquiera que sea el título de su posesión, porque el ayuntamiento, sin perjudicarlos, puede impedir el desperdicio en utilidad del bien público, así lo ha hecho el ayuntamiento de México y aquí algunos particulares como el señor Mañón han adoptado el uso de llaves económicas. Barbabosa con Martínez de Castro y el presidente dijeron que: si se aprobaba o no. Se aprobó. Se pasó a la discusión particular de sus proposiciones, sobre la primera, el síndico dijo que: el lugar por donde quería la toma el señor Solalinde era malo, porque exponía las otras cañerías a ser lastimadas. El presidente dijo que: la dificultad estaba prevista y salvada en la misma proposición, puesto que dice que: la tomaría de dicho lugar u otro que la comisión señale de acuerdo con él, y así es que la expresada comisión tendrá cuidado de obrar en el caso de modo que se evite el mal que ha indicado el síndico. No habiendo quien tomara la palabra se aprobó por unanimidad, también las proposiciones segunda y tercera. Leída la cuarta el síndico dijo que: le parece mucho el término de una semana para la obra de que se trata, porque la calle naturalmente se embarazaría y este inconveniente con lo innecesario que es por otra parte todo ese término para una operación tan sencilla debería acortar el tiempo reduciéndolo a menos días.
El presidente explicó los términos como debería hacerse la toma, concluyendo con que: el término no le parecía excesivo. Martínez de Castro lo creyó corto más bien que dilatado e indicó en conclusión que: se dejase al cálculo y la prudencia de la comisión misma el uso del necesario que como presencial de los trabajos lo sería del tiempo preciso a su desempeño con la calidad de que en sentido ninguno se perjudicase al público.
El señor Barbabosa dijo que: en hora buena se dejase a su arbitrio la regulación del tiempo pero que en la proposición siempre constante el de la semana para la inteligencia del interesado, se aprobó. Las proposiciones quinta y sexta sin lugar a discusión fueron aprobadas y también la 7a, que dice -El solicitante se obligará a colocar una llave económica en la fuente que debe construir para uso de la llave que pretende-.
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