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Extracto:
El síndico primero expuso que: en cumplimiento de lo acordado en el cabildo anterior, se había acercado al General Cadvvallader y exponiéndole el deplorable estado en que se hallaba la Alameda, con expresión de los estragos que en ella habían hecho los carreteros que la ocupan, le pidió sus providencias para impedir estos males y con ellos su completa ruina. El general le contestó que estaba dispuesto a quitar de allí esa gente con tal que se le proporcionase local seguro y bastante en que colocarla. Se pensó en la Plazuela de Alva, pero indicando el expresado general que sería preciso fosearla para impedir se saliesen las bestias, el que habla no estuvo por ello en obvio de los perjuicios que resentiría el público. Quedó, en fin, en que se vería si se le proporcionaba otro lugar, avisándole oportunamente, para que se reconociera por su cuartel maestre y aprovechara en caso de agradarle. Su señoría añadió que: había pensado después en el cuartel del seis, pero es estrecho para el objeto de meter los carros; le ocurrió el Beaterio pero ha reflexionado que existe ahí mucha madera, destinada a las obras del mismo y que es seguro que la quemarían y destruirían los carreteros y además de que aquellos corrales no tienen puerta capaz para los carros. Martínez de Castro creyó que podía ponerse expedito ese último lugar con quitar de allí la madera sirviéndose para ese fin de los presos y la entrada de los carros se hiciera expedita con sólo romper una tapia hasta dejar un portillo capaz para el intento. Se acordó que los capitulares pensarían en la existencia de algún local a propósito para aquel fin, proponiéndolo a la comisión para que ésta, sin necesidad de nuevo cabildo, lo haga al expresado general.
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